jueves, 27 de noviembre de 2014

Pasión de trabajadores (Capítulo 1: No te odio, te tengo celos)


El que es celoso, no es nunca celoso por lo que ve; con lo que se imagina basta"
Jacinto Benavente  

Ana Aguado
Todas las empresas se esfuerzan por generar un ambiente de trabajo positivo donde el talento y el buen rollito rebosen por cada departamento o sección que la forma, ¿pero qué pasa cuando algunos trabajadores insisten en complicar la vida de algún compañero?

Seguro que no debes recapitular mucho para tropezar con alguna conversación sobre trabajo en la que te hayan comentado “Pepito o fulanita definitivamente me odian, van a por mí” y es que hoy en día, no es difícil imaginarse una situación en la que un compañero dirige a otro, sin ton ni son, advertencias veladas capaces de provocar un conflicto y al que el segundo nunca responde, por miedo a incrementar el recelo. No suele ser algo personal, ni es odio, se trata de guerras “no declaradas”, generalmente celos, de los que no se conoce qué los motiva y ni cuándo surgen, simplemente fluyen para destrozar todo a su paso.

A pesar de que se habla poco de ellos, los celos profesionales son más comunes de lo que parece, sobre todo, en un entorno como el actual, donde las nuevas exigencias y la exacerbada competencia laboral, no han hecho más que bañar de un mar de dudas e inquietud el terreno en el que se mueven los trabajadores.

Amigables, accesibles, confiables, son algunos de los rasgos de estos celosones profesionales pero ¡atención!, a pesar de estas características amables,  la realidad es que las relaciones que mantienen con el tiempo suelen tornarse tormentosas. De forma sigilosa, suelen boicotear el trabajo, ocultan información y usan cosas en tu contra (ni te enteras), y en ocasiones, cuando son descubiertos, te martirizan con su trato, piénsalo, si eres algo avispado en el trabajo, ¿de verdad que no ha sido protagonista de una envidia manifiesta?.

Sentir celos es parte de la naturaleza humana, pero en el ámbito laboral cuando pasa el límite normal puede generar situaciones realmente perjudiciales como: falta de interacción entre los miembros del equipo, descenso de la creatividad o baja productividad, sin contar, la falta de compromiso o desmotivación que estas situaciones tensas producen entre los trabajadores. Para qué hablar del talento… “bye bye…se fue”.

Qué duda cabe que el recelo al mismo nivel (entre compañeros) puede ser bastante dañino pero  ¿y aquellos que se producen de un superior a un subordinado?....uff es entonces cuando la cosa se pone realmente seria.  Siempre lo negarán, pero lo cierto es que existen responsables que no son capaces de soportar estar rodeados de colaboradores más inteligentes y con más talento que ellos. A menudo, tienen miedo a ser reemplazados por éstos, incluso sucede que en el momento que están ascendiendo se dejan llevar más por el esfuerzo de haber mantenido a otros en el suelo que en su propia satisfacción de ascender. No es broma, estos dirigentes recelosos tienen la virtud de arrinconar, relegar, insultar o desairar públicamente a quien es el foco de su tirria.

Este caso es de lejos, bastante más complicado de resolver, ya que lleva implícito, de forma general, una salida de los mejores trabajadores. Ese talento polivalente, con experiencia y con buen juicio a menudo no se presta a estos juegos de destrucción y terminan por emprender carrera en otros lugares donde el ambiente sea más sano. 

Nunca lo dudes, un buen profesional puede adaptarse a todo tipo de cambios pero nunca se doblegará ante estos abusos y memeces.

Si tomamos conciencia de todos los efectos nocivos que tales celos producen en trabajadores y empresas, la pregunta clave es ¿qué pueden hacer las compañías para evitar esta pelusa profesional?. Te proponemos 4 buenos consejos:

  1. Los supervisores son los responsables de estar atentos a cuando surjan estos roces y  tensiones dentro de su equipo y abordarlo de inmediato. Dejarlo pasar no hará más que incrementar el problema.
  2. Identificar a las personas que imposibilitan el buen clima laboral y hablar con ellas para poder comprender los motivos. Es importante que alguien les haga entender al trabajador conflictivo que su comportamiento afecta negativamente al departamento
  3. Fomentar y promover las relaciones de colaboración y reconocimiento como equipo.
  4. Identificar qué se envidia y por lo tanto qué se admira, de esta manera se puede promover las ganas de imitar lo que produce celos.
Pero todo no puede ser malo, deben saber los responsables de dirigir equipos que a su disposición cuentan con estrategias relacionadas con este asunto que les pueden ser muy útiles para avivar a su personal, me refiero por ejemplo, a salpimentar con un poco de celos la rivalidad entre los departamentos con el objetivo de fomentar la mejora global del grupo. No obstante, tal táctica se recomienda hacerla con pericia, ya que de errar en tales juegos puede acabar generando una hostilidad encarnizada entre áreas que ya nunca tenga arreglo.


Ojo avizor!



Fuente imagen: google

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